sábado, 15 de enero de 2011

SOÑAR



El día que deje de soñar, dejaré de existir, me gusta soñar con grandes cosas, algunas inverosímiles, ilusas, improbables, pero me gusta, me gusta viajar entre mis sueños, de esa manera puedo entre comillas resolver muchos problemas. Seguiré soñando hasta que mi mente decida parar por orden y ha pedido de Papa Lindo, es el único que puede hacer que mis maravillosos sueños dejen de existir, llevándome de esta tierra hermosa que me vio nacer, sólo así y por Él dejaré de soñar.
Uno de mis sueños es volar en un gran globo de color azul intenso, el color de mi princesa adorada. No es imposible de realizar, pero ahora lo tendré que realizar sola, mi niña adorada ya no está junto a mí. Quiero llegar hasta lo más alto del cielo, tocar las nubes y sentir lo esponjosas que son. Corro hacia el medio del jardín, me arrojo entre la hierba fresca inundándome de olores, fragancias, pero sigo soñando en llegar a las nubes que se posa entre los árboles, en mi ilusa mente creo que están tan cerca de mí.
Por momentos me pregunto:
¿Será mi princesa adorada que vuela encima de ella a jugar conmigo en nuestro gran jardín?
Mamá insiste siempre en que debo vivir mi realidad, pero me gusta soñar y pensar que cojo la mano de mi princesita adorada, saltamos llegando a tocar el moral, las moras caen como lluvia de abril, de pronto, me veo tendida en el césped llena de manchas moradas, pero sola sin mi pequeña, no me cansaré de soñarte, no quiero ni deseo olvidar tu rostro y desde lo más profundo de mi corazón sé que volveré a tenerte entre mis brazos, pues como dice la abuela, de pronto mi sueño se hace realidad.
Escribo en las noches, cuando todos duermen, plasmando cada pensamiento en el cuaderno de mis recuerdos, mi diario. Las ideas llegan cual relámpagos resplandecientes y desde mi ventana veo el cielo lleno de luceros. Mis ideas afloran al compás del canto del grillo que se posa en mi ventana y en mis pensamientos veo tu sonrisa franca y tranquila. Tu vida efímera se la llevo un invierno, entre mis brazos, muy corto, tormentoso, pero nuestros pequeños momentos de felicidad fueron pedacitos de cielo eternos, que la vida en premio nos donó para ti, para mí.
Por ello mi vida se basa en sueños, seguiré soñando hasta que no tenga fuerzas, para seguir soñando más.

Lic. Mónica Pozzi-Escot Quiroga.