miércoles, 20 de octubre de 2010

Mordisco, ¿restaurante o cantina?


Cuentas y cuentas, uno nunca termina de pagar, es de todos los años, nada de descanso.
Ayer fui al centro de Lima, para variar, el tráfico estaba insoportable y decidí ir en el famoso Metropolitano. Medio día, hora punta, recordé aquellas épocas de aquellos micros repletos de gente como latas de sardinas, bueno, mejor dicho, la gente parecía sardina enlatada dentro de ellos, el metropolitano no se escapó.
Llegué a mi estación, baje y me dirigí a mi objetivo, caminé tanto que por inercia las piernas solas respondían, gente por todos lados, la procesión invadía las calles, gente golpeándose el pecho. Después de rezar y pedir por la absolución de mis pecados y sentirme aliviada, fuimos rumbo a Lince a comer un rico cebiche. Lugar escogido, el Mordisco, Dios me perdone por tan mala decisión.
Entramos y el espanto se apoderó de mi rostro, pensé por un segundo que me había equivocado de lugar, pero no, estaba dentro del famoso restaurante, que chasco nos dimos, parecía que habíamos entrado a una cantina de quinta, borrachos a diestra y siniestra, algunos durmiendo en las mesas en posición de rezo, que horror. Hombres que gritaban tirando cerveza al piso, que terrible espectáculo, no más mordisco, no más.

El Mordisco era otra cosa… ya sé dónde no debo entrar la próxima vez.