martes, 30 de agosto de 2011

No dejaré de soñar




El día que deje de soñar, será el día en que deje de existir. Me gusta soñar con grandes cosas, algunas inverosímiles, ilusas, improbables, pero me gusta. Me gusta viajar entre mis sueños resolviendo millones de problemas. Seguiré soñando hasta que mi mente decida parar por orden y ha pedido de papa lindo, es el único que puede hacer que mis maravillosos sueños dejen de existir, llevándome lejos de esta tierra hermosa que me vio nacer, sólo así dejaré de soñar.

Uno de mis sueños es volar en un gran globo de color azul intenso, el color de mi princesa adorada. No es imposible de realizar, pero mi niña adorada ya no está junto a mí.
Quisiera llegar hasta lo más alto del cielo, tocar las nubes, sentir lo esponjosas que son. Corro hacia el medio del jardín, me arrojo con los brazos abiertos y mi cuerpo se funde entre la hierba fresca inundando mi sentir de aquel olor de mi grata infancia, pero sigo soñando en llegar a aquella nube que se posa entre los árboles del jardín, aquella en donde te escondes tú. Por momentos me pregunto:

¿Será mi princesa adorada que vuela encima de ella y se posa en nuestro gran jardín?

Mamá insiste siempre en que debo vivir mi realidad, pero me gusta soñar y pensar que cojo la mano de mi princesita adorada, siento que saltamos juntas llegando a tocar el moral, las moras caen como lluvia fina de abril, de pronto, me veo tendida en el césped llena de manchas moradas, pero sola sin mi pequeña, no me cansaré de soñarte, no quiero ni deseo olvidar tu rostro y desde lo más profundo de mi corazón sé que volveré a tenerte entre mis brazos, como dice la abuela, de pronto mi sueño se hace realidad.

Escribo en las noches, cuando todos duermen, plasmando cada pensamiento en el cuaderno de mis recuerdos, mi diario. Las ideas llegan cual relámpagos resplandecientes y desde mi ventana veo el infinito lleno de luceros. Mis ideas afloran al compás del canto del grillo que se posa en mi ventana y en mi mente veo tu sonrisa franca, tranquila. Tu vida efímera se la llevo el invierno entre mis brazos, muy corto, tormentoso, pero nuestros pequeños momentos de felicidad fueron pedacitos de cielo eterno que la vida en premio nos donó para ti, para mí.
Mi vida se basa en sueños, seguiré soñando, hasta que no tenga fuerzas para seguir soñando más.

Lic.Mónica Pozzi-Escot Quiroga.